jueves, 31 de mayo de 2018

Limones

Hoy compré limones. Para ser puntual para buscar a Tobi al jardín ya iba tarde, asique pasé primero por el supermercado así no tengo que ir con él, lo cual es una tortura. Cuando llegué al supermercado recorrí la lista de las compras y comencé el proceso de descifraje. Tengo que hacer una torta para mañana. Tengo un trabajo nuevo y tengo que llevar una torta o algo para convidar. Obviamente quería quedar bien con todos con la esperanza de que sea la mejor torta del mundo. Aunque conforme fueron pasando los días me dí cuenta de que no tengo tiempo de hacer una torta (aunque me sobre para buscar recetas en internet, hasta encontrar la mejor receta del mundo). Fui desesperando de a poco. Como de cero a mil en un segundo. En mi defensa, no es muy higiénico cocinar en el baño, pero ahí sí se pueden buscar recetas. Y no digo que me pase horas en el baño escondiéndome de mi hijo mirando recetas en Internet. Sólo que en el baño no se cocina. Ni se debería cocinar. Esto de ser mamá, maestra jardinera y esposa es más difícil de lo que pensaba. Creí que mágicamente me iba a convertir en una mamá como ésas que recuerdo de mi infancia. Mamás seguras que todo lo pueden, todo lo saben y van malabareando la vida como nenas jugando en el patio del colegio. Pero no, mi vida es un despelote de pelotas parranderas desparramadas por todas partes. Si agarro una, se me caen cuatro, y sólo creía que tenía dos. Vi los limones sobre la mesa y se me dio por escribir. La torta, mientras tanto, se quemó y no tengo idea si Tobi duerme en su cuarto o si tiró su cama por la ventana.

Tobi no duerme. Pero está acostado. Me olvidé de ponerle el pañal. Sólo pido misericordia. Y que la torta se arregle mágicamente para mañana. Me sirvo más vino. Me tengo que acordar del regalo de cumpleaños de Axel y de llevar ropa de cambio al jardín de infantes. Hace un mes que me lo piden y me sigo olvidando. Algún día también tengo que ponerle nombre a su ropa. Otro día. Más vino.

Como decía, de vuelta en el supermercado, estaba repasando la lista de compras para la torta de limón que pienso llevar mañana y me faltaban los limones. Tuve dudas con la crema porque acá hay como un millón de productos parecidos y Google no sabe la diferencia. Y yo que creía que Google todo lo sabe... En fin, compré crema y mañana cuando prueben la torta me haré la canchera, como que el gusto a quemado y la consistencia casi líquida de la torta son a propósito. Pero igual seguía buscando los limones, antes de quemar la torta, claro. Por fin los encontré. Limones Bio, limas, limones en oferta, y LOS limones. Amarillos, perfectos y con mucho perfume. El mismo aroma que tenían los limones en la quinta de mi abuela, donde los veranos se estiraban como chicles Bazooka andando en bicicleta y baños en la pileta. Por un instante me fuí. Me fuí de la realidad espacio-temporal y fui una nena, una pequeña adolescente cansada del verano esperando que empiecen las clases para volver a usar mi cartuchera de dos pisos y compartimientos desplegables llena de lápices de colores ordenados minusciosamente siguiendo la escala cromática que huele tan bien y me da pena usar y la miraría para siempre... Y el limonero aburrido en el jardín, al lado de la pileta. Un limonero que quería llamar la atención haciendo berrinches aromáticos. Ahora que lo pienso, el limonero ya no está. Hace años que lo sacaron por alguna razón absolutamente incomprensible. Por aburrido quizás. Pero si por eso fuera, deberían haber liquidado los pinos hace mil años. ¡Y los inquilinos de la casa de al lado! Eran como 20 hermanos, o 5, que pasaron un verano eterno al lado nuestro. Al más grande le gustaba mi hermana mayor. A todos les chicos les gustaba. El hermano de él, el más... Nerd (no encuentro otro adjetivo), me llamaba la atención. Él ni me miraba. Ese verano nos tiramos bombas de agua, exploramos todo en las bicis, nos subimos a los autos (sin entrar en elllos) y hasta filmamos sketches de chistes que conocíamos con la filmadora de papá. Eso fue antes de que se la quemara. No sabía que se necesitaba un adaptador para cargar la filmadora. Y todo eso y más me sopapeó desde el limón que tenía en la mano, cerca de la nariz. Deberán haber pensado que me estaba drogando o algo. Pero era un pequeño pedazo de verano, de sol, pensé. Cosa que nunca hago, miré al pasar la "ficha técnica" de los limones. Decía, entre otras cosas, "origen: Argentina" (en alemán, claro). ¡Aaay! Como una sedienta en el desierto llené la bolsita de limones hasta que no cabieron más. Para la torta necesito dos limones. Ahora tengo que buscar recetas para usar la montaña de limones que tengo acá sobre la mesa, al lado de la torta líquida y quemada.

martes, 6 de mayo de 2014

Pequenias concesiones

Finalmente, el sol salió. Un sol de invierno, pero que se hizo sentir, con el cuello estirado, el mentón en alto y los ojitos cerrados. Lo seguí todo el día como un girasol. Lavar la ropa para que se seque al sol, solo una excusa para sentir los rayitos de luz tibios. Tenía visitas, excusa perfecta para una caminata de horas, saltando charquitos de sombra siguiendo el camino del sol. El día entero, con esa dosis de sol que tanto necesitaba. Y no fue suficiente. Hoy tengo que hacer el trabajo de ayer, y quizás el de maNIana. Pero no tengo jefes, no tengo alguien respirando en la nuca. Por qué no? pensé para mí. Puse en el hornito las empanaditas congeladas, hechas con tanta dedicación aquel domingo de gris helado. Hm... quizás podría... y destapé nomás la cervecita. Y pues, será que la ventana enorme invitaba al sol en mi espalda, mientras trabajaba, y mientras tomaba mi cervecita al sol de invierno, con el gusto hogareNIo de las empanadas y la música que solo acompaNIa mi soledad cotidiana hoy sonriente.

viernes, 22 de febrero de 2013

El sol fue derrocado

Hoy es el día. Me desperté e instintivamente miré hacia la ventana. El mismo blanco grisáceo la tapaba como una cortina homogénea. Me levanté sin apuro, arrastrando mis pies hasta la cocina. "Tengo que poner cortinas"pensé, mientras sentía una extraña presencia que me miraba. Con mi café en mano me dirigí al otro cuarto, para empezar a trabajar desde temprano. La ventana más grande de la casa. Me quedé mirando un rato, viendo como esa niebla granulada se movía, para luego revolcarse casi furiosa, y después unos pocos copitos ingrávidos que parecían estar jugando inocentemente a la mancha. Y sin embargo yo lo supe. Detrás de toda esa blancura, sabía que estaba ahí acechando, esperando. Como un cazador, esperaba paciente a que yo saliera. Ya todo lo había invadido, el suelo, el aire, y el cielo. Todo tomaba su tiñe de blanco triste, y aguardaba a que yo saliera, para quemarme de frío la cara, para que sus mil garras entraran por mis ojos, por mi nariz, que me torture los oídos desprotegidos y me haga correr buscando asilo nuevamente. Soy una prisionaera, miro a través de la ventana y sé que no puedo salir. El frío me espera del otro lado, me amenaza a través del vidrio que se empaña de a poco. Y a veces hasta intenta seducirme; ese truco sí que nunca le va a funcionar. Hace demasiados días que el sol no aparece, lo tienen prisionero a él también. Ni siquiera a los cuervos veo en la calle. Sólo algunas aves de invierno y alguna que otra ardillita que me suele alegrar un poco el día. Ah, y traten de decir "ardillita" en Alemán. I double dare you.

En fin, el sol fue derrocado y su imperio invadido, el blanco triste despliega sus tropas sobre toda superficie, y manda su peste en semillas que montan el viento. El pueblo inquieto parece traicionar el mandato del sol, pero yo no. Yo te soy fiel, Sol, mi señor. Yo me interno en el cuartel general enmarañando tácticas y murmurando bajo condenas al frío. Sé que volverá triunfante, Señor, y voy a ser la primera y más alegre de sus súbditos, en salir a festejarle. Viva el Señor Sol!


viernes, 1 de febrero de 2013

será será será

Será que me alcanzó la lluvia en este rincón helado. Será que como el agua afuera, mis pensamientos se descongelan y empiezan a gotear. Será que el fernet tiene gusto a quinta y la radio suena como la que ponía mamá cuando nos traía del colegio, con esas calles todas mojadas con aromas de todos los colores. Será que ya pasó bastante, y sigo siendo una extraña entidad de caos en esta red articulada en cuadrículas organizadas y funcionales. Sea por lo que sea, las añoranzas parecen querer entrar, como las gotas que golpean incesantes la ventana, rogando cobijo.

Será porque caigo de nuevo en las noches insomnes, aunque ahora empiezan tan temprano como los días; y las distancias temporales se agudizan. Será que los álbumes de fotos son malas compañías en la lejanía. Será un agujero que dejó un "boludo" y un "hola Loreeeenzo". Serán tantas cosas que hoy las siento tan pesadas como las contracturas en mi espalda. Las añoranzas y melancolías de noches que no terminan de ser tibias, o los fantasmas del miedo y los cambios que vienen cabalgando para establecer un nuevo régimen. Será que no me logro llevar con este idioma de los mil demonios. Será que los días se deslizan con el hielo y no logro hablar con nadie. Será que necesito acurrucarme en casa mirando algún programa de leyes y órdenes con mi hermana. Como sea será que estar en este ser ahora requiere urgentemente la locación exacta del botón de pánico. Porque todo cambia y se apura, porque todo sigue y fluye. Y yo paso de vereda en vereda esperando que sea mi turno de subirme al tren que me lleve a destino. A cualquier destino, con tal que tenga un sentido y una dirección, un vector con trazo firme que apunte a un solo lugar. Quizás el camino más sensato ante los ojos eruditos, puede no ser el más indicado para este caos ruloso. Y empezar de cero es una de las cosas más difíciles que hay. Y decidirse también. O más bien, decidirse a perder la opción que no se toma. Sip, quiero no decidir, quiero no tener que dejar algo. Porque lo que dejo es una YO que fuí, y que acá no la encuentro. Era tan linda mi yo, porque las personas que la rodeaban la hacían. La yo de ahora es amorfa, todavía es una masa cruda que no encuentra molde. Habrá que seguir amasando...

En fin, me voy a dibujar algo para agregarlo a estas palabritas.
Me leíste, te quiero :)


miércoles, 7 de noviembre de 2012

extranjera


Le doy la bienvenida al olor a húmedo otoño que llega a mi nariz, mientras piso una manta deshecha de hojas empastadas con la llovizna constante y alguna nevada. Mis pies se acostumbran a un nuevo suelo y mis ojos recorren nuevos rincones que llenaré con recuerdos. Hacer de un nuevo suelo mi tierra, mientras aún arrastro los anclajes de una vida. Los arrastro despacio, aún no llegan. Pero tiro constantemente, en cada palabra nueva de este idioma extraño y complejo que me rodea. Tiro cada vez que me acostumbro a una comida, y tiro mientras aprendo a tomarme un tranvía o la conexión con algún colectivo. Estos pasos llevan tintas, tintas invisibles que van llenando todo alrededor de historia personal. Una historia a futuro que quiere ser, un intento un tanto descocado que probablemente nació de un impulso que se convirtió en constancia. Esas cosas que cada tanto pasan. Y se quedan. Siguen… quizás hasta se terminen. Pero hoy el sol en su corto y apresurado recorrido de las estaciones frías brilla, y creo que acá puedo armar mi nido, y quedarme. Calentita aún no, porque mis huesos tiritan y mis venas guardan bien lejos de la piel mi sangre tibia.
Todo es nuevo, todo es esfuerzo, todo es un empujar diario hacia adelante y forzarme a no mirar atrás. Porque atrás quedan las risotadas, atrás quedan los ‘che boluda’ y los ‘hace dos horas que estás con ese mate’. Los ‘la reputísima madre’ y los ‘daaaaale chabón’ me los traje; no sé cuánto tiempo se queden por estos lares, pero por ahora andan libre y panchamente por acá.

Me vine sola, pero no siento la soledad. Estos aparatitos nuevos y los mensajes intangibles hacen que las distancias casi desaparezcan, y tengo una única pero leal compañía. Por ahora va todo bien. Sigo con traje de astronauta en lo que parece ser un planeta distante. Estoy investigando y aprendiendo las costumbres y formas de esta civilización tan semejante y tan diferente. Va a llegar el día en que me saque el traje y camine como el resto. Mientras tanto, hablo como una nena de dos años, a quien el lenguaje le queda demasiado grande como para moverse con soltura y determinación por ahí.

Por ahora, sigo marcando con mis botitas cada rincón, cada escenario y cada nueva mini-aventura en la expedición del nuevo hogar. 

miércoles, 16 de mayo de 2012

Tiempo

No sé qué hago con el tiempo, pues nunca alcanza. Se escurre entre las hojas del calendario, y no va a otro paso que no sea el propio. Su propio ritmo, desconsiderado tiempo que corre y corre, y de pronto por un instante frena en una eternidad, solo para volver a correr.

Y alguna vez osé imaginarme al tiempo; un niño-anciano, un chico con barba y la cara surcada, o un lozano anciano. Me pregunté cómo se vería la cara del Tiempo, qué me pasaría de tan solo pararme en frente suyo y mirarlo, y quizás hasta preguntarle por qué tanto apuro, y por qué no espera a nadie. Ojalá existiera un Sr. Tiempo en una forma definible y tangible, alcanzable en alguna medida. Quizás así el asunto sería más fácil. Pero no. Cuanto más lo corremos -a eso que llamamos tiempo- menos nos espera. Y no hay a quién reclamar, a quién preguntar. No hay una Iglesia del Tiempo, o una secretaría, o un gobernante. El tiempo es una anarquía absoluta, es nadie y actúa según le place a su propia entidad -si es que la tuviera.

Y es así, la vida pasa con el viento del tiempo que sopla y se lleva nuestras horas y nuestra energía, se lleva la salud, la belleza y las ganas de emprender nuevas aventuras. Pero quizás, pienso, para ganarle al tiempo baste con salir hacia nuevos horizontes, emprender viajes y proezas quijotescas. Solo para reírse del tiempo, y quizás él, sólo quizás, se pare con nosotros a reír y a arremeter contra la inmensa nada de un tedio impasible. Es decir, ir a tomar eso que su desgaste nos quita. No sé, será que es miércoles, y miro hacia ayer y el tiempo pasa aprisa sin haber hecho todo lo que debía, y miro al futuro fin de semana y parece que no llega más.



miércoles, 2 de mayo de 2012

humores de páginas añejas

Cuatro días de ocio, de familia y de perezas. Y un miércoles que imita al lunes parecieran un futuro negro en un martes-domingo. Y sin embargo, no lo es. Esta mañana estoy de buen humor. El viernes descubrí que había terminado mi libro, mientras iba chicnchuda sentada en el colectivo de ida. Por lo tanto, el martes-domingo busqué en las orillas y en las tripas de mi biblioteca hasta encontrar esos volúmenes aún intocados por mi vista y explorados por mis dedos. Encontré tres candidatos: una obra de teatro un tanto densa, que empecé en algún momento y no dudé en cerrar y dejar que se añeje en perfección para un otro momento. El segundo era un libro en realidad ya leído, pero que me anotjaba re-leer. Y el tercero: un misterio de páginas amarillas y perfume a vejez, sin tapa ni contratapa, casi que se siente deshacer entre los dedos. Era como una oportunidad, que quizás mañana se haga polvo antes de poder disfrutarla. Entonces lo metí en mi mochila.

Esta mañana, en la cercanía obligatoria con otros tantos pasajeros de a pie en el 108, saqué mi libro con religiosidad y disfruté un instante, con cuanto disimulo fui capaz, de su olor adictivo a nueva aventura vieja. Devoré varias hojas en las cuadras que me separaban del trabajo. Ahora ansío la llegada de la vuelta, o un recreo para seguir en esas hojas de tesoro descubierto con olor a italia, sangre y amoríos. Y también, algún díalogo que me hizo levantar la sonrisa en esta mañana fría de miércoles-domingo.

Y también, que me devolvió las ganas de escribir en este rincón casi abandonado. Aunque quizás sea Buenos AIres, o quizás el ocio, o quizás nada...

pam pa ram pa ram pa pammmmm

que los libros y el buen humor estén con nosotros!

martes, 8 de noviembre de 2011

NO QUIERO SALIR!! he dicho



Es una ilustración un tanto viejita. Pero hace rato que no subo nada. Biromes y goauche (o como se escriba).


A veces uno no quiere salir, a veces una se siente que es un esperpento y quiere que la tierra te trague, o ser un avestruz y meter la cabeza bajo tierra. Bueno, a eces casi siempre. yo.

viernes, 6 de mayo de 2011

el tiempo que vuelve sin volver


Nos metimos por un caminito de tierra laaargo, que dejaba ver las casitas en las lomas, con las plantitas, las flores, los manzanos en flor y demás. Y e pronto me invade el olor a Zárate (la chacrita de mi infancia). No sé olor a qué era, ya uqe intenté preguntar y capaz que me contestó lo que le preguntaba, pero en alemán. Ese olor a estar caminando por la huella con margaritas por los costados, y es un olor a algún yuyo o planta, sutil, un poco dulzón... Es difícil de explicar, pero fue esa teletransportación al pasado, a alguna bota de goma azul con una rayita blanca, un jardinero celeste que odiaba y buscar mini-ranitas mientras la abuela dormía siestas interminables. En fin, toda una aventura en una ensalada temporal, sazonada con campo. Y yo sonreía, aunque melacólica. Qué cosa... el tiempo es como ese tarro de dulce de leche, que lo acabaste y querés más, pero ya no hay. Y queda suspendido un olor sutil de lo que ya no podés tener. Claro que un poco más complejo. Pero quiero ser chiquita de nuevo, explorar en los confines del potrero y coleccionar piedritas mágicas que brillan con la luz, puestas en determinado ángulo secreto. Quero sacarme los pañales y correr desnuda por el campo, y quiero poder comerme mucho chocolate sin preocuparme por granos, peso o empalagues. Quiero ser la chiquita que era, en los momentos que tuve, y quedarme ahí al resguardo de las incertidumbres del futuro, las obligaciones, las expectativas ajenas depositadas en mis hombros, la supervivencia misma.

Estoy en el campo, pero no tengo ese resguardo.... quiero a mi mami... :(

martes, 8 de marzo de 2011

Viajante

Me fui al otro lado del mundo, buscando esa libertad exploradora. Y encontré mucho, pero a Ella no. Encontré barrotes de cristal y mares de turquesa carcelero. Encontré reglas que no conocía y miradas escrutiñadoras por doquier. Encontré comida que no entiendo, y música que no me llega. Encontré bailes incómodos y animales sorprendentes. Encontré nuevas amistades, que no llegan a la tibiez hogareña. Encontré aventuras, y no tenía con quién compartirlas. Me topé con un idioma que empiezo a hacer mío, y cuando lo uso las palabras suenan a plástico. Es extraño, soy extraña –acá-, y extraño.

lunes, 29 de noviembre de 2010

Pulau Seribu -para vagos-

Hola, qué tal? ´para todos los panchos que me escriben diciendo que escribo demasiado cuando escribo escribituras pesadas. Les hice dibujitos, qué tul? Un par, porque tenía que hacer tiempo. No pidan plastipinturitas, bastante que los textos que no se leían los escribí arriba con photoshop. Mi primer comic... capaz que el próximo va con media pila más...



jueves, 4 de noviembre de 2010

Libertad

Lo leí hoy, me dio por compartir :) "La idiotez de lo perfecto", Jesús silva - Herzog Márquez. Hablando de y citando a Octavio Paz.


Por eso quiere (Octavio Paz), a diferencia de los ingenieros, una libertad de párpados abiertos. Peligrosa una libertad ensimismada, presa de su soledad; miserable el hombre que no logra desprenderse de sí: "un ídolo podrido". La libertad es la proeza de la imaginación.

La libertad es alas,
es el viento entre hojas, detenido
por una simple flor; y el sueño
en el que comos nuestro sueño;
es morder la naranja prohibida,
abrir la vieja puerta condenada
y desatar al prisionero:
esa piedra ya es pan,
esos papeles blancos son gaviotas,
son pájaros las hojas
y pájaros tus dedos: todo vuela.
en otra parte:

"La libertad se inventa al ejercerse." Y habla de la negación del poeta a definir la libertad, porque no la quiere encerrar, ya que al hacerlo, ella deja de ser.

Y una màs:
Dos pecados humanos: adueñarse de la naturaleza que es de todos; aprisionar el significado variable de las cosas. (....)

Todo era de todos
Todos eran todo
Solo había una palabra inmensa y sin revés
Palabra como un sol
Un día se rompió en fgragmentos diminutos
Son las palabras del lenguaje que hablamos
Fragmentos que nunca se unirán
Espejos rotos donde el mundo se mira destrozado

Es un poco decir en qué ando estos días: entre libros y faltas de tiempo (para sentarme a escribir o subir fotos).

sábado, 25 de septiembre de 2010

Claroscuros de una ciudad heterógenea

Prólogo: para los que se quejan que escribo mucho, y para los que quieren ver más fotos, alternativa acá (de esa en adelante son nuevas)
Hace unas semanas hice este paseo. Lugar turístico común, una fecha particular, en donde nadie anda en auto. Es como la navidad, pero musulmana: Idul Fitri. La cita es en una rotonda marcada con un alto monumento. Ahí me bajo del taxi. No! señor, vuelvaaa!!! me esperaban como 30 o 40 personas con cámaras: un grupo de fotografía. La puta madre. Obturadores sonando, enfocando la bule carapálida. Qué lo parió! me doy vuelta y algunos lentes disimulan cambiando rápidamente de target de dirparo, otros descarados me apuntan sin reparo. Me hago la que no entiendo nada, saco una que otra foto, más para no esperar mmirando la nada que porque haya algo que fotografiar. Fotos que luego miraría en mi computadora jugando a encontrar las cámaras que me apuntaban. Me alejo, pero las cámaras, salvaguardados sus dueños por del pudor gracias a la distancia que su lente compensa, me apuntan más. Entonces decido lo contrario. Si me acerco y me meto entre la gente, les va a ser más incómodo apuntarme. Respiro hondo y me meto entre la gente. Alguien me pide la hora. Le mustro mis muñecas sin reloj. "ok, facebook? telepon nomber?" Y yo que pensaba que los latinos eran lanzados... Ja! sí que te lo doy eh, espera ahí que voy a bsucar algo para anotar, lo dejé en mi casa en Argentina.

Monumento y edifios de oficinas detrás. Carrito, infaltable.


El monito que no es monito, sino un loris. Una chica lo llevaba en la cartera, como las divas a los chihuhuas...

Sigo abriéndome paso entre la gente, ya no es tan complicado. Es la sensación de salir de tu casa con pijama. Capaz un pijama de pantalón y remera, pero la gente nota uqe es pijama, y los más descarados te lo hacen recordar con su mirada. Buen, ya fue. Nunca voy a ver las fotos, ni la gente que conozco. Error! a los días aparezco taggeada en un album de fotos de alguno del grupo de foto que ni siquiera conozco. La foto capturó el momento en que escribía "te espero en otro lado, me estan apuntando con camaras y no me gusta" a mi amigo. En fin, me cruzo con un indonesio con gorro, cámara y lemur raro de nuevo. Mi amigo monito que no es monito. Le saco una foto, alguien me dice algo que no entiendo. Le contesto algo que no entiende. Grupo de fotos, me quiero unir, dale dame tu facebook. Genial. Lo que no iba a saber es que me esperaba alguien con vistas a una cita y el fin de mis ilusiones de meterme en el grupo de foto. Bueno, ya fue, estoy condenada al exilio de la humanidad que acostumbro.

la foto que me saó el desconocido, la bajé de facebook

Llega mi amigo, no puedo evitar la risa por verlo con calzas medio brillosas, negras hasta el tobillo, los cuales unas medias terminan de cubrir, y un "acolchonamiento" en el trasero. Calzas para andar en bici, pero muy... buen, ya saben. Es hasta hoy que lo jodo por sus calzas, y no fui la única. Èl por suerte se rìe y explica que tiene que protegerse la piel y no se que màs. Es raro, excèntrico, pero yo lo banco.

Dimos unas vueltas y fuimos hasta Kota Tua, la parte antigua de la ciudad. Esperaba más. Cuando lleguè me encontré con una carcaza turística esperando terminar de descomponerse como Roma, desde adentro, y caer. Se mezclaban los carritos de comida, los museos y las fachadas que el tiempo se obstina en desvanecer de a poco. La quietud del feriado acentuaba la dejadez vistosa de un lugar extraño, habitado por historias que nadie cuenta, visitado por vendedores y bules. Y sin embargo, algo me atrae. Algo tiene de real este lugar tan hecho para el bule con su camarita de los mil disparos. Será en los rincones. Será en la parte de atrás, donde la pobreza se codea con el sol a veces sonriente y a veces impiadosamente cruel, cual oligarca de esta tierra que en ese hoy parecía sufrida. Las nubes pasajeras y el sol pleno hacían que el día tomase las riendas de hembra caprichosa y ciclotímica. Y en el medio de la plaza todos los pedacitos de sombra se ocupan por personas como si fuesen islas en el medio del océano.


Islas de sombra para náufragos en el océano de sol

Me siento en una mesa larga que comparto con otros, me pido una 'sop buah'. Cual hechicera, la señora que la prepara abre tarros, saca cosas que flotan de varios colores, pedazos de frutas, un jugo rosa chicle y hielo. Listo, una sopa de fruta (tal como se traduce, creo). Sobre el caldo rosa dulce, flotan frutas que nunca vi en mi vida, y unos cuadraditos como de gelatina de te. Había una fruta uqe parecía hielo, pero decubrí tras morderla que era una fruta blanca traslúcida en gajos, la textura... como una fruta seca. dulce. Melón, mango: inflatables. Dragon fruit,la que más me gustó. Es blanca con semillitas negras entremezcladas. La sop buah es un plato muy refrescante y dulce, justo lo que necesitaba despuès de andar caminando bajo el sol inclemente.

Como una hechicera, sacaba cosas de tarros para preparar la sopa de frutas.


Mi sopa de frutas, o sop buah


El señor que comía al lado nuestro, solo que no se sentó a la mesa.

Estaba yo chocha comiendo mi plato como si fuese un helado cuando escucho chasquidos, o algo así. Me levanto, pago y me acerco. En la plaza se había juntado un grupo de gente con unos inmensos látigos, que hacían mucho ruido contra el piso. Lanzallamas que saltaban en volteretas. Un nene siendo envuelto y atado como oruga, luego apoyado en el piso para después ponerle cosas encima (ritual?) y lo dejan al sol cual ofrenda. Se acerca el hombre del látigo, se concentra. Está calculando con sus ojos entrenados. Unos pasos a la derecha, unos para atràs, se pone en posición. El látigo inmenso prece una boa que se retracta para atacar con más fuerza. La víctima: el nene envuelto inmóvil acostado en el piso. Chas! y de nuevo CHAS! Latigazos que no le embocaron por la centésima calculada por el peritaje de los ojos oscuros, domador de boas de lanas y sogas. Se llevan al nene, aparecen lanzallamas. Dos malvadiscos ardientes en palitos. O eso parecen. Se los comen convirtiéndolos en humo. Se prenden de nuevo. Uno se lleva una llama a la cara que se ilumina en pleno mediodía un segundo más tarde. El naranja de la enorme llamarada que escupe le empapa la cara. Ciudad de dragones, de sus frutas y sus fuegos. Es gente que mantiene las prácticas tradicionales de ciertos lugares, aunque para mí es un circo hippie y un tanto macabro; hace juego con las máscaras y cierto arte de acà.

Parecían gente de circo, con sus piruetas y fuegos. Pero eran gente que cuidaba su cultura

Nene envuelto. sobre él reposan el látigo y "ofrendas", esperando.

Chicos, esto es lo que pasa si se portan mal (en Indonesia, claro).

Este no entiende la gravedad del asunto (cachàs? gravedad! buen, para mi fue gracioso...)

Nota mental: no pedirle fuego a un Indonesio.

Sigo camino hacia el museo. Un incidente no muy copado tiene lugar: siento una palmada en el trasero. Me doy vuelta indignada, esperando... no se que suponía, pero la realidad es que me di vuelta y me encontré con unos ojos irreverentes que me miraban desafiantes, fijos, sin pudor ni reparo alguno. Por alguna razón, me quede petrificada. Feriado más importante musulmán, él, hombre y yo bulé y mujer. "Si le pego y me la devuelve? Si grito qué pasa? romperé alguna regla que debería saber?" Mi cerebro carburaba estas cosas, el instante pasó, èl se fue impune; yo me calcé el morral sobre el trasero, crucé los brazos y mostré mi cara enchinchada, como nena que no quiere ir al colegio. Así me encontró mi amigo que había ido a pedir indicaciones. Me preguntó lo que me pasaba y le conté. "Y por qué no gritaste o le pegaste?? me hubieses dicho, dónde está?" Ya se había esfumado, y me sentí doblemente idiota. Pero quien sabe, quizás hubiese agravado la situación por algo que no lo valía. De ahora en más, mi morral siempre atrás, interceptando el pase.

Enchinchada y haciendo puchero entré al museo, y despuès se me pasó. Había unas cosas increíbles. Títeres y marionetas de todo tipo. Me llamaron especialmente la atención unas que estaban hechas sobre piel de buey (era buey?), los palitos de sostén hechos de sus huesos o cuernos. Lo increíble estaba en la complejidad de los grabados. Estaban calados con diseños súper complejos, con patrones que cubrían todo. El resto pintado. No logré sacarles fotos que los favorecieran, eran títeres planos, con pocas articulaciones, básicas, manos y/o pies. NO mucho más. También había castillos o fondos hechos con la misma técnica. Increíbles. Y el resto... las cosas más horrorosas y temibles que ví entre las de su tipo. Terribles! Daban miedo! salvo las holandesas, esas parecían Heidi pero con más elaboración y trajes típicos. Pero en serio, tan horrendas tienen que ser esas máscaras y marionetas? Algunas están hechas para ser graciosas, otras no sé que onda...

Pensé en muchas cosas que ponerle a esta foto, asique mejor la dejo sin explicación.


Mami mami! me comprás un caballito? este no es mi ideal de unicornio



En serio...



A este le puse Albertito. No tiene cara de Albertito?

Salgo del museo por la parte de atrás. Gente, basura, sombras, comida. Encuentro un hueco en una persiana que no soporta ya sus años, click! los escombros indicadores de la decadencia. Iluminada una pequeña parte por la entrada, el resto a oscuras. Tal como la ciudad. Las sombras de las sombras. Los esplendores superpulcros de los shoppings, altos monumentos y edificios espejados que reflejan el cielo y el sol. Y abajo la gente entre la contaminaciòn y la basura, buscando islas de sombra para refugiarse de un sol que ataca con todas sus tropas, aunque no logran iluminar las enrañas de los edificios; evidencia de una ciduad en descomposiciòn, una dejadez y descuido del ambiente. Aunque la naturaleza acá pelea duro, es más fuerte el ruido de las motos y más visible el humo que todo lo invade, pero también invade el verde, que abarca cuanto puede y crece en sus trincheras y se expande perceptiblemente.


Lo que hay dentro de esa pintoresca vejez de los edifiocios-carcaza, Indonesia se derrumba por dentro.

Estaba jugando y chapoteando en el agua, que es tan marrón como parece.

La sombra


Con estas imágenes suspendidas en mi cabeza, me fui más tarde a un mall (por supuesto) a juntarme con Aniko, y de nuevo los mismos 3 estabamos sentados comiendo. Nosotras pancakes y èl langostinos o algo así. El mío de manzana estaba genial, pero tengo que volver a probar el de mango que se comió ella. Después nos sentamos en un bar con mesitas en una galería. Frshhhhhhh! los baldazos de agua al lado me dieron frío. Por primera vez en Jakarta, tuve frío estando afuera. No una cosa que digas "qué bruto! que frío!" pero sí estaba fresco. Noche, lluvia torrencial una vez más. Comida de nuevo. Hora de irme a la casa.

Aniko y yo

En Jakarta conviven los lujos de pisos pulcros, sedas bordadas con los más complejos batallones de piedritas brillantes y colores suntuosos; y las más ensombrecidas desprolijidades y suciedades. Los colores brillantes y las lentejuelas, los mil carritos de comida, y la calle sucia con campamentitos de paso de gente sin zapatos (quizás por libre elección, con el calor que hace, no sería raro). Es una pobreza digna, con frutas en cada árbol, al alcance. Pero una dejadez desprolija y sucia. La heterogeniedad es el denominador comùn de esta ciudad, hasta donde mis ojos y entendimiento pueden ver.

Una de las fotos que me sacó mi amigo donde noté que mis canas dan el presente (seh, aún más)

jueves, 23 de septiembre de 2010

Tercera en discordia

Son otros los ruidos de tus noches, otros tus sabores, aromas y colores. Otro es tu ritmo, tus luces difieren, tus formas ajenas aunque similares a simple vista. Tu silencio en mi celular expectante que nada va a decir esta noche, porque ni mis amigos ni nadie conocido tienen llegada a èl. Y tu noche no ruge constante y bajito como Buenos Aires dormida; en tu noche murmura el agua que todo lo invade, roncan las motos lejanas y tu calidez húmeda no da tregua. Indonesia extraña.

Viajé miles de kilómetros para emprender un viaje más. Porque hay viajes que se hacen en el lugar, como esta noche en la que el viento que suena en las hojas me lleva lejos de mí, y me veo. Estoy sentada tan sola en la quietud inexorable de la alienación absoluta. Un ente que viaja para verse en el aquí y ahora tan distinto al de poco tiempo atrás. Me veo bien, che. Le gente por tener otro idioma no tiene ideas tan distintas, y por tener una cultura diferente no tiene sentimientos tan distantes a los míos. Estoy más lejos de lo que nunca creí que iba a estar. Jamás en los planos de mi vida fue siquiera bocetada esta ruta.

Una cosa tengo en claro hoy: sigo siendo tan miedosa como ayer, mi cobardía no menguó ni fue valor lo que me empujó al avión. Fue simple curiosidad ante una puerta que se abrió. Y si me leés pensando "está haciendo lo que siempre quise hacer", te digo que lo único que debería darte miedo son tus ojos cerrados. No es tna diferente estar acá descubriendo que en los miles de rincones de BUenos Aires o cualquier ciudad o pueblo. En el día se absorbe, en la noche se anda rumiando los hallazgos recientes. Creo que viajar te hace apreciar eso, casi que te obliga. Se puede -y se debería- ser turista siendo local. Y me arrepiento de no estar más despierta en la inmensidad conocida, o creyendo que era conocida: más bien era habitual. Debería haber recorrido más, visto más estando allá. Ya disfruto en mi cabeza los sabores que ya conocía, con nuevas papilas gustativas, los olores de antaño con renovada intensidad por mi nariz más perceptiva. Mis ojos más grandes para captar más, y mis piernas más dispuestas al merodeo sin destino abarcando todos los caminos. Aunque me concentro en el acá, hay una parte de mi cabeza que viaja cada tanto a mi vuelta, a la etapa siguiente de un viaje sin itinerario marcado.

Te lo debo a vos, Indonesia local. Hoy.

martes, 7 de septiembre de 2010

domingo de artificios

El Domingo me desperté tarde (las 10 am, me levanto muy temprano acá) y remolonié en mi cuarto. Al mediodía decidí ir a un shopping a buscar zapatillas para empezar el gym el lunes (cosa que hice :) ). Extraño caminar!

Estaba indecisa sobre mi destino, hay demasiados shoppings acá. Hay un par que están cerca y los conozco, asique tardé como una hora en decidirme. Llamé al taxi y cuando me subí, me sorprendí indicándole un shopping que me queda re lejos de la casa! y no era ninguan de mis opciones. Típico de Anita. Como sea, fui, pasié, saqué fotos para que vean cómo son los shoppings y las tiendas más... asiáticas que encontré. Esa casa de chocolates que hacen llaves inglesas, tuercas, tenazas... todo de chocolate!! me acabalncé sobre la vitrina. También saqué a la casa de zapatos, a la banda de jazz que tocaba en el medio promocionando los equipos de audio y lo que veía desde le ventana mientras probaba unos pancitos rellenos de algo con banana, helado de crema en el medio y algunas frutas; todo cubierto con diseño de chocolate. Acompañado por café con leche, claro.

Eso sí, en un momento me descuidé y me ví atacada por los flashazos de una camarita digital indiscreta en las manos torpes de un indonesio que no tenía nada mejor que hacer... bastante con que me sacan fotos, es necesario el flashazo en los ojos desprevenidos?

Nada muy fenomenal, pero es gran parte de la vida de Jakarta. No se puede caminar por las calles, pero los choppings son gigantes y la gente camina con el aire acondicionado entre las tiendas de las mejores marcas del mundo.

No, no voy a comprar zapatos por encargo! jaja

Y acá el álbum de fotos de Indonesia, con algunas que no subo acá.