Prólogo: para los que se quejan que escribo mucho, y para los que quieren ver más
fotos, alternativa acá (de esa en adelante son nuevas)
Hace unas semanas hice este paseo. Lugar turístico común, una fecha particular, en donde nadie anda en auto. Es como la navidad, pero musulmana: Idul Fitri. La cita es en una rotonda marcada con un alto monumento. Ahí me bajo del taxi. No! señor, vuelvaaa!!! me esperaban como 30 o 40 personas con cámaras: un grupo de fotografía. La puta madre. Obturadores sonando, enfocando la bule carapálida. Qué lo parió! me doy vuelta y algunos lentes disimulan cambiando rápidamente de target de dirparo, otros descarados me apuntan sin reparo. Me hago la que no entiendo nada, saco una que otra foto, más para no esperar mmirando la nada que porque haya algo que fotografiar. Fotos que luego miraría en mi computadora jugando a encontrar las cámaras que me apuntaban. Me alejo, pero las cámaras, salvaguardados sus dueños por del pudor gracias a la distancia que su lente compensa, me apuntan más. Entonces decido lo contrario. Si me acerco y me meto entre la gente, les va a ser más incómodo apuntarme. Respiro hondo y me meto entre la gente. Alguien me pide la hora. Le mustro mis muñecas sin reloj. "ok, facebook? telepon nomber?" Y yo que pensaba que los latinos eran lanzados... Ja! sí que te lo doy eh, espera ahí que voy a bsucar algo para anotar, lo dejé en mi casa en Argentina.
Monumento y edifios de oficinas detrás. Carrito, infaltable.
El monito que no es monito, sino un loris. Una chica lo llevaba en la cartera, como las divas a los chihuhuas...
Sigo abriéndome paso entre la gente, ya no es tan complicado. Es la sensación de salir de tu casa con pijama. Capaz un pijama de pantalón y remera, pero la gente nota uqe es pijama, y los más descarados te lo hacen recordar con su mirada. Buen, ya fue. Nunca voy a ver las fotos, ni la gente que conozco. Error! a los días aparezco taggeada en un album de fotos de alguno del grupo de foto que ni siquiera conozco. La foto capturó el momento en que escribía "te espero en otro lado, me estan apuntando con camaras y no me gusta" a mi amigo. En fin, me cruzo con un indonesio con gorro, cámara y lemur raro de nuevo. Mi amigo monito que no es monito. Le saco una foto, alguien me dice algo que no entiendo. Le contesto algo que no entiende. Grupo de fotos, me quiero unir, dale dame tu facebook. Genial. Lo que no iba a saber es que me esperaba alguien con vistas a una cita y el fin de mis ilusiones de meterme en el grupo de foto. Bueno, ya fue, estoy condenada al exilio de la humanidad que acostumbro.
la foto que me saó el desconocido, la bajé de facebook
Llega mi amigo, no puedo evitar la risa por verlo con calzas medio brillosas, negras hasta el tobillo, los cuales unas medias terminan de cubrir, y un "acolchonamiento" en el trasero. Calzas para andar en bici, pero muy... buen, ya saben. Es hasta hoy que lo jodo por sus calzas, y no fui la única. Èl por suerte se rìe y explica que tiene que protegerse la piel y no se que màs. Es raro, excèntrico, pero yo lo banco.
Dimos unas vueltas y fuimos hasta Kota Tua, la parte antigua de la ciudad. Esperaba más. Cuando lleguè me encontré con una carcaza turística esperando terminar de descomponerse como Roma, desde adentro, y caer. Se mezclaban los carritos de comida, los museos y las fachadas que el tiempo se obstina en desvanecer de a poco. La quietud del feriado acentuaba la dejadez vistosa de un lugar extraño, habitado por historias que nadie cuenta, visitado por vendedores y bules. Y sin embargo, algo me atrae. Algo tiene de real este lugar tan hecho para el bule con su camarita de los mil disparos. Será en los rincones. Será en la parte de atrás, donde la pobreza se codea con el sol a veces sonriente y a veces impiadosamente cruel, cual oligarca de esta tierra que en ese hoy parecía sufrida. Las nubes pasajeras y el sol pleno hacían que el día tomase las riendas de hembra caprichosa y ciclotímica. Y en el medio de la plaza todos los pedacitos de sombra se ocupan por personas como si fuesen islas en el medio del océano.
Islas de sombra para náufragos en el océano de sol
Me siento en una mesa larga que comparto con otros, me pido una 'sop buah'. Cual hechicera, la señora que la prepara abre tarros, saca cosas que flotan de varios colores, pedazos de frutas, un jugo rosa chicle y hielo. Listo, una sopa de fruta (tal como se traduce, creo). Sobre el caldo rosa dulce, flotan frutas que nunca vi en mi vida, y unos cuadraditos como de gelatina de te. Había una fruta uqe parecía hielo, pero decubrí tras morderla que era una fruta blanca traslúcida en gajos, la textura... como una fruta seca. dulce. Melón, mango: inflatables. Dragon fruit,la que más me gustó. Es blanca con semillitas negras entremezcladas. La sop buah es un plato muy refrescante y dulce, justo lo que necesitaba despuès de andar caminando bajo el sol inclemente.
Como una hechicera, sacaba cosas de tarros para preparar la sopa de frutas.
Mi sopa de frutas, o sop buah
El señor que comía al lado nuestro, solo que no se sentó a la mesa.
Estaba yo chocha comiendo mi plato como si fuese un helado cuando escucho chasquidos, o algo así. Me levanto, pago y me acerco. En la plaza se había juntado un grupo de gente con unos inmensos látigos, que hacían mucho ruido contra el piso. Lanzallamas que saltaban en volteretas. Un nene siendo envuelto y atado como oruga, luego apoyado en el piso para después ponerle cosas encima (ritual?) y lo dejan al sol cual ofrenda. Se acerca el hombre del látigo, se concentra. Está calculando con sus ojos entrenados. Unos pasos a la derecha, unos para atràs, se pone en posición. El látigo inmenso prece una boa que se retracta para atacar con más fuerza. La víctima: el nene envuelto inmóvil acostado en el piso. Chas! y de nuevo CHAS! Latigazos que no le embocaron por la centésima calculada por el peritaje de los ojos oscuros, domador de boas de lanas y sogas. Se llevan al nene, aparecen lanzallamas. Dos malvadiscos ardientes en palitos. O eso parecen. Se los comen convirtiéndolos en humo. Se prenden de nuevo. Uno se lleva una llama a la cara que se ilumina en pleno mediodía un segundo más tarde. El naranja de la enorme llamarada que escupe le empapa la cara. Ciudad de dragones, de sus frutas y sus fuegos. Es gente que mantiene las prácticas tradicionales de ciertos lugares, aunque para mí es un circo hippie y un tanto macabro; hace juego con las máscaras y cierto arte de acà.
Parecían gente de circo, con sus piruetas y fuegos. Pero eran gente que cuidaba su cultura
Nene envuelto. sobre él reposan el látigo y "ofrendas", esperando.
Chicos, esto es lo que pasa si se portan mal (en Indonesia, claro).
Este no entiende la gravedad del asunto (cachàs? gravedad! buen, para mi fue gracioso...)
Nota mental: no pedirle fuego a un Indonesio.
Sigo camino hacia el museo. Un incidente no muy copado tiene lugar: siento una palmada en el trasero. Me doy vuelta indignada, esperando... no se que suponía, pero la realidad es que me di vuelta y me encontré con unos ojos irreverentes que me miraban desafiantes, fijos, sin pudor ni reparo alguno. Por alguna razón, me quede petrificada. Feriado más importante musulmán, él, hombre y yo bulé y mujer. "Si le pego y me la devuelve? Si grito qué pasa? romperé alguna regla que debería saber?" Mi cerebro carburaba estas cosas, el instante pasó, èl se fue impune; yo me calcé el morral sobre el trasero, crucé los brazos y mostré mi cara enchinchada, como nena que no quiere ir al colegio. Así me encontró mi amigo que había ido a pedir indicaciones. Me preguntó lo que me pasaba y le conté. "Y por qué no gritaste o le pegaste?? me hubieses dicho, dónde está?" Ya se había esfumado, y me sentí doblemente idiota. Pero quien sabe, quizás hubiese agravado la situación por algo que no lo valía. De ahora en más, mi morral siempre atrás, interceptando el pase.
Enchinchada y haciendo puchero entré al museo, y despuès se me pasó. Había unas cosas increíbles. Títeres y marionetas de todo tipo. Me llamaron especialmente la atención unas que estaban hechas sobre piel de buey (era buey?), los palitos de sostén hechos de sus huesos o cuernos. Lo increíble estaba en la complejidad de los grabados. Estaban calados con diseños súper complejos, con patrones que cubrían todo. El resto pintado. No logré sacarles fotos que los favorecieran, eran títeres planos, con pocas articulaciones, básicas, manos y/o pies. NO mucho más. También había castillos o fondos hechos con la misma técnica. Increíbles. Y el resto... las cosas más horrorosas y temibles que ví entre las de su tipo. Terribles! Daban miedo! salvo las holandesas, esas parecían Heidi pero con más elaboración y trajes típicos. Pero en serio, tan horrendas tienen que ser esas máscaras y marionetas? Algunas están hechas para ser graciosas, otras no sé que onda...
Pensé en muchas cosas que ponerle a esta foto, asique mejor la dejo sin explicación.
Mami mami! me comprás un caballito? este no es mi ideal de unicornio
En serio...
A este le puse Albertito. No tiene cara de Albertito?
Salgo del museo por la parte de atrás. Gente, basura, sombras, comida. Encuentro un hueco en una persiana que no soporta ya sus años, click! los escombros indicadores de la decadencia. Iluminada una pequeña parte por la entrada, el resto a oscuras. Tal como la ciudad. Las sombras de las sombras. Los esplendores superpulcros de los shoppings, altos monumentos y edificios espejados que reflejan el cielo y el sol. Y abajo la gente entre la contaminaciòn y la basura, buscando islas de sombra para refugiarse de un sol que ataca con todas sus tropas, aunque no logran iluminar las enrañas de los edificios; evidencia de una ciduad en descomposiciòn, una dejadez y descuido del ambiente. Aunque la naturaleza acá pelea duro, es más fuerte el ruido de las motos y más visible el humo que todo lo invade, pero también invade el verde, que abarca cuanto puede y crece en sus trincheras y se expande perceptiblemente.
Lo que hay dentro de esa pintoresca vejez de los edifiocios-carcaza, Indonesia se derrumba por dentro.
Estaba jugando y chapoteando en el agua, que es tan marrón como parece.
La sombra
Con estas imágenes suspendidas en mi cabeza, me fui más tarde a un mall (por supuesto) a juntarme con Aniko, y de nuevo los mismos 3 estabamos sentados comiendo. Nosotras pancakes y èl langostinos o algo así. El mío de manzana estaba genial, pero tengo que volver a probar el de mango que se comió ella. Después nos sentamos en un bar con mesitas en una galería. Frshhhhhhh! los baldazos de agua al lado me dieron frío. Por primera vez en Jakarta, tuve frío estando afuera. No una cosa que digas "qué bruto! que frío!" pero sí estaba fresco. Noche, lluvia torrencial una vez más. Comida de nuevo. Hora de irme a la casa.
Aniko y yo
En Jakarta conviven los lujos de pisos pulcros, sedas bordadas con los más complejos batallones de piedritas brillantes y colores suntuosos; y las más ensombrecidas desprolijidades y suciedades. Los colores brillantes y las lentejuelas, los mil carritos de comida, y la calle sucia con campamentitos de paso de gente sin zapatos (quizás por libre elección, con el calor que hace, no sería raro). Es una pobreza digna, con frutas en cada árbol, al alcance. Pero una dejadez desprolija y sucia. La heterogeniedad es el denominador comùn de esta ciudad, hasta donde mis ojos y entendimiento pueden ver.
Una de las fotos que me sacó mi amigo donde noté que mis canas dan el presente (seh, aún más)