

Garúa frío finito y no termina de caer. Te tomás un taxi y el taxista tiene música que da para tirarse de la ventana. Llegás a una casa calentita y escuchan música sacada del repertorio de Aspen Classic. Parece un bajón, hasta que alguien te abraza y te hundís calentito y la lluvia queda lejos atras de la ventana, puesta por una directora de arte que la tiene con los momentos emotivos. Y sin embargo hay gente que sin músicas ni nada, sólo se muere de frío abajo de cartones húmedos y la soledad de todos los años de calles sin piedad e indiferencia helada.

Y después lo normal es qe uno diga "tengo que aprovechar lo que tengo". Pero, cómo puede tanta gente caminar a diario con miles de ojos que no quieren mirar la comodidad ajena que no los mira por no querer ver la carencia de otros. Cómo pasar a diario por los túneles subcutáneos de una ciudad tan indiferente llena de gente hecha un nudo sobre un piso duro y ruidoso, intentando proteger lo que su piel curtida no llega a mantener alejado. Y hasta los grupos de gente que recolecta lo que alguna vez fue útil para alguien, reciclándose en su fuente de trabajo para volver a serle útil a los primeros. El día caminando, revolviendo miserias ajenas, recolectados ellos a su vez por camiones que parecen haber salido de una película futurista y apocalíptica. Bebés en cunas de ruedas gastadas y colchón de cartones, chicos que miran con ojos grandes a sus papás torcidos en busca de algún tesoro camuflado. Pero dentro de todo, ellos tienen trabajo y no están solos. Y es un trabajo digno, que no está de más decir. Pero qué duro!
