Alguien que conocí en San Telmo, una noche de verano de risas y aventuras casi infantiles. Alguien que es amigo a la distancia, amigo por correo de tintas que no se corren, pero que se pierden entre cables y monitores. Me regaló un mar azul, y ni siquiera sabe qué hago. Le regalo algún silencio privado en mi cabeza mientras miro por la ventana de un bar. Ni siquiera sé a qué dedica su tiempo. No importa. Las palabras van y vienen, como mareas lejanas e interiores que suben y bajan, una vez cada tanto.
Tengo un amigo que me embotella palabras hermosas, y me trata de Señora. Un caballero, amigo sin territorios.
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Mar ajeno, mar propio, mar regalado. XUL
2 comentarios:
Sin dudas es el mas libertino de los elementos,iposible domesticarlo marcale rumbos o escribir su destino es EL solo EL y nosotros aca de este lado.Que bello ES. P.D:LINDAS PALALABRAS Y LINDO MAR.
Qué regocijante leerlo una vez más. Impredecible siempre, necesariamente locuaz y encantadoramente misterioso.
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