viernes, 6 de mayo de 2011

el tiempo que vuelve sin volver


Nos metimos por un caminito de tierra laaargo, que dejaba ver las casitas en las lomas, con las plantitas, las flores, los manzanos en flor y demás. Y e pronto me invade el olor a Zárate (la chacrita de mi infancia). No sé olor a qué era, ya uqe intenté preguntar y capaz que me contestó lo que le preguntaba, pero en alemán. Ese olor a estar caminando por la huella con margaritas por los costados, y es un olor a algún yuyo o planta, sutil, un poco dulzón... Es difícil de explicar, pero fue esa teletransportación al pasado, a alguna bota de goma azul con una rayita blanca, un jardinero celeste que odiaba y buscar mini-ranitas mientras la abuela dormía siestas interminables. En fin, toda una aventura en una ensalada temporal, sazonada con campo. Y yo sonreía, aunque melacólica. Qué cosa... el tiempo es como ese tarro de dulce de leche, que lo acabaste y querés más, pero ya no hay. Y queda suspendido un olor sutil de lo que ya no podés tener. Claro que un poco más complejo. Pero quiero ser chiquita de nuevo, explorar en los confines del potrero y coleccionar piedritas mágicas que brillan con la luz, puestas en determinado ángulo secreto. Quero sacarme los pañales y correr desnuda por el campo, y quiero poder comerme mucho chocolate sin preocuparme por granos, peso o empalagues. Quiero ser la chiquita que era, en los momentos que tuve, y quedarme ahí al resguardo de las incertidumbres del futuro, las obligaciones, las expectativas ajenas depositadas en mis hombros, la supervivencia misma.

Estoy en el campo, pero no tengo ese resguardo.... quiero a mi mami... :(