viernes, 28 de marzo de 2008

lobo

Huí de un 39 rabioso y caminé por una calle del centro a eso de las 7. Creo que todos saben cómo es. Esa calle en particular, habitada por negocios textiles, es un muestrario de madejas de retazos de tela, rollos de cartón, bolsas negras, muebles decretados inservibles, y cada tanto, un maniquí mutilado. Siempre hay personas hurgando tesoros escondidos y todo forma una escena futurista y pesimista. Pero siempre hay tesoros. Y ahí lo ví. Impasible, quieto y erguido sobre su prominente pecho. Era un animal increíble, digno de admiración. Su pelo negro y marrón, áspero y abundante; su cintura estrecha y hocico cuadrado y duro. Era parte del paisaje urbano y su atmósfera, pero a la vez resaltaba de una manera perturbadora. Era un lobo, un lobo de ciudad. Un hijo del cemento y la vida de la calle. Un Señor en su tierra, que no miraba nada en particular. Simplemente estaba ahí, para que se le brinde respeto y se lo admire.

Increíble todo lo que me hizo imaginar en tan poco tiempo. Lo hubiese seguido para que me muestre sus secretos, que me enseñe todo lo que vieron sus ojos y me guíe por esas llanuras de concreto que endurecieron sus patas. Creo que no llegué ni llego a imaginarme un día de ese lobo, pero dos pasos a mis espaldas, y ya estaba decidida a voltearme y acercarme, a sentarme a su lado y esperar. Quizás sea tonto, quizás no sea más que un perro de la calle, pero no! estaba tan altanero y sin embargo no tenía intenciones de alarde, esa seguridad! me van a decir loca por creer tantas cosas de un animal, pero ni siquiera tuvo él que mirarme para saberlo, lo sentí. Cuatro pasos y ya era demasiado lejos. Como todo lobo, tiene sus caminos, su independencia, su libertad y su soledad. Ya no estaba. Un lobo hijo de la calle, nieto de la naturaleza, salvaje hasta la última célula. Lobo oscuro sin amigos ni enemigos, simplemente él con su supervivencia feroz y su porte único.


Ahora que lo pienso, el lobo es seguro uno más de la secta nocturna, bautizado por la luna. De ahí mi empatía, mi admiración. Envidiable seguridad y coraje, que lo dejan a su libertad extrema y soledad deliberada. Mis más sinceros respetos, lobo negro de la noche, de la calle ciudad y luna.

miércoles, 19 de marzo de 2008

ocho 8

En el blog de La Farolera, se me invitó a listar 8 cosas que quiero hacer antes de morir. Acá van:

1. Crear ilusiones. Aunque sea en una sola mente pequeña que necesite un mundito propio repleto de fantasías, tal y como lo hicieron para mí tantas hojas devoradas y canciones apropiadas.

2. Seguir felizmente intentando comprobar que no existe un único y gran amor para cada persona.

3. Dormir bien (largo, tendido y sin pesadillas).

4. No dejar de estar tranquila y orgullosa por los caminos zigzagueantes que elijo tomar (y muchas veces humanamente equivocados).

5. No perder la avidez de conocer y la capacidad de asombrarme hasta con los pedacitos de estrellas pegados en los suelos de las estaciones de servicio (y que dejen de mirarme raro por ello).

6. Encontrar mi piedra de la noche.

7. Conocer seres asombrosos. Más bien, seguir conociéndolos.

8. Hacer reír y sonreir todo lo que pueda.

Sí, completamente ambiocioso.

Ah, si copio esa mala costumbre de las personas de morir, no se lo voy a decir a nadie ;)

martes, 11 de marzo de 2008

De noches y agujeros negros

Hay un agujero negro en mi monitor. Hace rato que está, pero recién ahora lo descubro; está creciendo, se alimenta. Absorbe mi energía, desintegra mis horas y chupa mis ganas. Ya se tragó la rectitud de mi espalda, el color de mis pómulos y algún que otro músculo que alguna vez tuve. Devora insaciable todo lo que encuentra frente a él.


A pesar de todo, a veces también ayuda, se come pensamientos inútiles que le doy, o desamores, o insomnios. Supongo que le pido un vacío que añoro, y le tiro melancolías que me sobran. Pensaría que es hija de la luna, con esa luz nocturna... pero no, en todo caso la hija más bastarda de la luna, la que se creó de ella y el primer sol de cada mañana de tedio. En fin, podría ser; que guarde el consuelo que se encuentra en la luna, y el redundante tedio del día a día que se repite sin misterios ni fluctuaciones. Aunque este monitor no me mueve la sangre más rápido ni más caliente, no me inspira a bailar ni me renace noche tras noches una nueva vigila de ensueño, en paisajes y mundos internos. No, este monitor no puede ser hijo de la luna más que una piedra hecha en un laboratorio frío puede ser llamada la piedra de la noche.

En fin, hay un agujero en mi monitor, y se sigue comiendo mis horas, mis pensamientos, mi bienestar... lo desintegra todo en ceros y unos, y hace una galaxia Bensoniana, binaria y oscura.

viernes, 7 de marzo de 2008

Días grises, mares que flotan

(Sr. M.O.M. parte II)

Escucho un piano que no deja a las gotas terminar de caer, y ellas bailan suspendidas, inalterables en la pesadez fresca del día. La luz no viene de ningún sol hoy, el cielo entero es un gris que, extrañamente, tiene un brillo que deja ver... es una luz tenue y difusa, llena de un misterio que en las películas definirian como londinense. Y en ese vaivén de música húmeda me acordé de vos. No por algo en particular, sólo porque sí. Quizás porque te prometí un silencio, te ofrecí un rato de mis pensamientos que flotan a través de un vidrio, hoy mojado de aquel lado


De pronto se me ocurre que es un mar susurrado, un mar que en un aliento sin prisa, se pasea en un reposo melancólico; eterna suspensión hasta que gotas furiosas lo terminen de hacer caer; o quzás un sol furioso envíe sus barcos recolectores y se lo lleven todo. Por ahora, es un mar más, uno diferente, para nuestro cofre de mares, y esta vez te lo regalo yo a vos. Empiezo a creer que sale de mi cabeza, y va abarcando más y más: busca encontrarte. Lo imagino ya vagando por San Telmo, parado en los puertos, embarcándose hacia oceános azules y metiéndose en los bares, los cafés... Flotando sé que te va a llegar tu susurro hecho mar por mí, o quizás sea el mío. El correo de mares, el envío de profundidades calmas y tempestuosas continúa, y espero que siga. Y habrá para nosotros un mar de mares, océanos miles de mares recolectados, campos con plantaicones de mares, y en todos lados habrá mares: en los aros colgantes color púrpura de una viuda, ragalo de su difunto esposo; en una gota que no quiere desprenderse de un brote de Paraíso, en un vitral que hace un enorme mar colorido en donde flotan personas solemnes, en todos lados hay mares para que descubramos, y pronto te enviaré otro. Hoy me sumerjo en éste, un tanto frío, pero al resguardo de este vidrio, y de mis pensamientos cálidos, es más que acogedor.


Un beso Capitán! nos encontraremos en altamar!