martes, 29 de abril de 2008

La luna está hecha de agua

Así decía una fotocopia tapando la tapa de un libro verde con relleno ocre. Me llamaba, sí, a vos mujer! llevame que me aburro.
No pude más que llevarlo, y camino a la caja, encontré un par de vinilos; y como no soy de discriminar, los dejé subir también. El domingo hicimos fiestita en mi casa; el libro, los vinilos y yo.

Parece literatura gauchesca; pero un tanto fantasiosa, un tanto cruel, con perfume de una mujer, una anciana maga y chicharras. Veremos como sigue, pues no recorrí la mayoría de sus hojas aún.

"La luna está hecha de agua". Compré el libro sin creerle ni su nombre. Tan solo agua? agua insulsa sin misterios ni oscuridad? Ya les contaré.

viernes, 25 de abril de 2008

Dígame Sr. Nacho

Lo conocí enderezando árboles torcidos en una calle chueca y tímida, escondida detrás de una gran avenida; Corrientes quizás. Creo que yo era quien quijotescamente peleaba contra la desviación de sus troncos. Esto fue hace años, en la casa de alguna fotógrafa... De esto me acuerdo vagamente, salvo por algunos detalles. Fue hace dos años ya? tres? hasta cinco años atrás puede haber sido. Imoprta? no necesariamente

Amigo de la vida, siempre alegre, suele creerse tantísimo menos de lo que es; como suele pasar con grandes hombres de la historia (todas las historias). No creo que pare de asombrarse, se le nota en una sonrisa infantil. Pero no por inmadura, por gentil, por transparente. Infantil en asombrarse y conmoverse, en el espíritu lúdico siempre ajeno pero atento, con una independencia casi caprichosa. Pero de nuevo, capricho bueno, infantil. Poruqe ahí ve a su musa y babea. Habla de las pequeñas cosas que no son melosas, pero ama de ella. Y una escucha y quisiera ser ella, solo para que alguien hable así de nosotras. Dichosa ella, dichoso él.

Un fernet y una cerveza. Palermo, demasiada gente, demasiada moda. Ahí los dos, cada tanto recuperando el sentido, algún sentido en una conversación que veriaba entre robos de bancos, máquinas de pan y libertades compartidas. El primer día enderezamos árboles, el otro día tejíamos la noche, la próxima? tengo en la mente una vaga promesa.

sábado, 19 de abril de 2008

Ricardo

Ayer me quedé corta, cuando mencioné un taxista. Era un caballero amante de la luna. Un poeta que en su vaivén de rondas obligadas conoce el mundo y todo lo observa. El Sr. Ricardo es alegría hecha persona, es... un mago. Tenía en el bolsillos las palabas que no sabía necesitaba esa noche. Dos palabras y reubicó lo que había descuajeringado en mí. Un par de palabras más y no podía menos que sonreír. Ricardo, no puedo menos que agradecerle.

Fue una presencia que comienzo a dudar haya sido real. Me desperté hoy con la duda en el bolsillo, pero lo palpé y encontré un papelito y en él una dirección de mail, de un tal Ricardo. Un nuevo amigo entre letras. Otro Caballero andante de palabras lunares.

Gente asombrosa, charlas fantásticas, paisajes surrealistas... Debe ser una fase lunar extraña, espero que no termine.

viernes, 18 de abril de 2008

buenos aires

El humo se dispersa y una luz amarilla chorrea como miel de una luna que se asoma sobre la ciudad nocturna. Un fernet y un brindis a las trivialidades que uno ama de la vida, un viaje en taxi y una oda al cuarto creciente, uno mejor al menguante. Un taxista Ricardo y el ángel, historia y magia. Imposible reproducir diálogos, sólo puedo decir que AMO BUENOS AIRES. Ninguna ciudad del mundo puede albergar tanta magia y seres fantásticos.

viernes, 11 de abril de 2008

Anita, la leyenda


Ese fue el subject de un mail de mi papá, con esta foto.... Sí, esa pelota con rulos soy yo, jugando al Prince of Persia, a los nn años... jaja

Me dicen que soy una adicta a la compu, pero es el agujero negro, y ya se ve que empezó hace rato.

sábado, 5 de abril de 2008

crónicas de una peatona

Sin pensar en mucho más que la percusión de mis zapatillas contra el piso, me encontré frente a un hombre. Bah, tenía más cara de chico, unos "veintilargos". Rubiecito, flaquito, despreocupado como yo. Se me acercó y me preguntó dónde quedaba algún bar, del que no tenía yo idea. Dos palabras que se me borronean en el recuerdo, y me invita a acompañarlo con unos tragos en español de extranjero. Me sonreí y seguí caminando. Unos pasos más adelante me arrepentí. O algo así. Quería al menos agradecerle, o algo! Era inofensivo, un turista aburrido. Y porqué no? simplemente otro peatón. Y pensé en la extraña coincidencia que le diera mi última moneda al quiosquero y me aventurara a caminar. Ya había decidido hablarle de nuevo, aunque sin saber qué decirle. Pero de nuevo, y como siempre, te das vuelta y ya no está.

Decidí seguir caminando. Tenía esa sensación de haber dejado pasar una oportunidad, un algo que podría ser bueno, aunque sea sólo un buen rato, un amigo, una buena anécdota... qué se yo. En eso estaba, pensando en todo y nada, cuando me encontré parada en frente a una vidriera de librería. Eso no es extraño en mí, ya sabrán. Pero no estaba mirando todos los libros, tan sólo una tapa naranja, un solo título. Me quedé estúpida mirando ese libro, con ganas de entrar, olerlo y llevarlo. Pero me quedé ahí idiota frente a la vidriera quién sabe cuánto tiempo. Y seguí. La sensación de dejar pasar cosas que quería aumentaba. Tendría que haber aceptado, tendría que haber entrado... Y ahora tenía ganas de llegar a mi casa y nada más, y seguí con una inmensidad bailando en mi cabeza. Y unos pasos se acercaban junto al perfume de un amor desvanecido. Respiré melancolía. Seguí caminando y la gente se hacía más densa. Otro olor, otro hombre de mi vida. Un par de cuadras, y varias historias. Y un olor a frutilla artificial, a álbum de figuritas, a infancia. Tantos recuerdos en olores en recuerdos en pasos cuadras, más olores. Un perro viene corriendo de frente, para para mirarme y me sigue con la mirada. Y me mira a los ojos, a la cara, porque yo lo miro. Como el otro día en que el gato de la panadería no dejaba de acariciarse con mi pierna. Será alguna etapa lunar...

Ya casi llegaba, un terrible viaje de unas veinte cuadras, quizás un poco más. Ya me regocijaba en la calidez de mi casa, cuando dos mocosos, sí, dos criaturas de dios -o de recoleta-, me cierran el paso. Me dijeron alguna boludez, y desvanecieron la magia de la noche. Me cortaron el último aletazo del verano y sus noches fantásticas. Cortamambos. Mocosos sin respetos ni nada. Me oigo sonar como vieja chancluda, pero ya que entré en eso: los agarraría de las orejas!

En fin, para no irme con el trago amargo, fui a buscar los olvidos en tapa dura, y me metí en magias ajenas de Saracino y unos cuantos más un rato. Y el rato se hizo tarde, y tarde escribo los recuerdos borrosos de un día peatonal, en calles que se cuzan todo el tiempo. Serán tonteras o miro demamsiado todo, pero los detalles... Detalles que hacen que las personas se puedan leer, que las noches muestren sus secretos y que algunos días revelen sus misteriosas formas bizarras.