jueves, 9 de agosto de 2007

Un tercer pozo y dos sapos

Yo, un nómade en mi propio delimitado territorio por paredes transparentes pintadas de marketing y una jerarquía directiva. Espero sin quietud la llegada de una niña que aplica para un trabajo del que sé apenas más que de lo que de ella. La veo por las paredes impecablemente transparentes entrar sin pedir permiso. Es definitivamente una niña, un esbozo de mujer. Habla sin parar y no deja de mover las manos, cosa que el escrutinio de mi vocabulario no deja escapar. Me encontré con un otro de mi misma tribu amorfa, dispersa y continuamente cambiante, sólo que le llevo ventaja. Le hablo y me contesta. A juzgar por sus cambios de color y fluctuaciones de temperatura, está un tanto nerviosa e inquieta, pero el descuido en sus palabras y el humor que cargan entintan todo en una paleta surrealista de sueño bizarro. Sin querer la conversación se desvía a asuntos personales, a recuerdos y pisadas sobre la arena, de distintos caminos trazados sin el mínimo pulso, a pesar de ambos tener las manos entrenadas. De nuevo yo llevo la ventaja. Y siguen las risas y la conversación de bar en una oficina con paredes que aislan una amena conversación del resto de una oficina responsable.


Entré sin pedir permiso, tampoco es como que hubiera alguien ahí para recibirme o prohibirme la entrada. Del otro lado del vidrio, un hombre me hace un gesto revelando que sabe que es a él a quien busco. Entro un tanto nerviosa, quizás sea por la formalidad o la responsabilidad que una reunión representa, acompañándnos el fantasma del capitalismo obligatorio al que no quiero apuntar. Después de unos minutos, me doy cuenta de que no tengo de qué ponerme nerviosa, es un tipo... no sé si relajado, pero lleno de vitalidad y calidez. Cada tanto surgía el tema que amalgamaba nuestro tiempo y espacio, pero supongo que lo que le interesaba era leer la persona que soy. De qué sirve mentir? si todo saliera bien, ya se daría cuenta de todo, y mentir es un trabajo complejo para el que no tengo aptitudes. Seguimos hablando y la empatía crece a medida que hablamos. Al menos de mi lado. Qué extraño dúo hablando de las cosas más diversas, y qué chico es este todo de hoy donde, en medio del desorden, los puntos más ajenos pueden encontrarse y reconocer parte de su materia en el otro. Sin embargo, qué diferencias! admiro indicios de prolijidad, organización, empuje... Yo una desviada, "un callo de la naturaleza" como diría mi hermana. Y en el medio de esa cosa irreal, me hace un dibujo, su firma pictórica y suelta en planos de un estudiante de la perfección. Y después entra a hojear estas páginas binarias, encontrándose con las 'cuccinadas' que vuelven mi cara de un ardido color rojo. Qué cabecita esta que se balancea a base de cafeína que no recuerda ni lo que produce! Ya está hecho, después de eso...


Y esta niña de dónde salió? Por otro lado, hacía rato que no dibujaba... por más que sea en un papelito de color de oficina y una birome poco apta para este trabajo, me salió una breve melancolía de estudiante de arquitectura. Y ella?! ella que hace chistes malos en mi oficina y habla de cualquier cosa... Y qué caradurez recordar todo lo que pasó en una radiografía lejana publicada en su blog personal!


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