domingo, 19 de agosto de 2007

Garabatos





Se despertó medio mareado, resaca quizás. Un leve mareo y un dolor de cabeza lo obligaron a caminar con la cabeza gacha enmarcada por los hombros caidos y espalda encorvada. Llegó al baño y se tiró agua en la cara. Mientras se secaba usando su imaginario para convertir la toalla en almohada por un instante, se espió en el espejo y el sobresalto fue demasiado para un día de ocio. Su cara no estaba!! Se había desdibujado su rostro, su identidad perdida en el pasar de las horas nocturnas, sigilosas en su andar en puntas de pie. QUé hacer con semejante descoloco?! qué aberración! completamente desesperante. Dio vueltas por todos lados, sin saber que hacer. la gente enloquecía a su paso, o cerraban las puertas y se encerraban en el calor de sus casas. Sin su identidad, sin su "yo" se sentía completamente nada. Sentía como la humedad se apoderaba de todo su cuerpo inmaterial y llenaba sus horas de nubes blancas auguriando el mal tiempo del por venir.


Deambuló por ahí, sin rostro, sin que nadie lo reconociera. El canillita de la esquina no se percató de su presencia, las peluquera la cerró la puerta en la cara, las calles de invierno quedaron desiertas, todas para él. Y él se sentía solo. Caminó gastando sus horas, atravesó edificios, casas, parques vacíos, se metió en todos los cuadros del museo, posando para los pocos visitantes que había. Hizo lo que quiso, simplemente por terminar de gastar sus horas, esperando que el nuevo ciclo, y el paso del resto de los días, le reestablecieran su identidad.
Lo vi vagando por ahí, lo encontré estando yo aún medio dormida, a eso de las 2 de la tarde, y lo hice pasar. Se sentó en silencio al lado de mis dedos manchados de tintas negras y horas quemadas. Escuchó la música que estaba puesta sin quejarse; pero sobre todo, sin exigir. Mientras duró, no hubo prisas ni nerviosismos, su pérdida de identidad le trajo una menos tenebrosa; provisoria y efímera, lo hacía pasar desapercibido, y yo me sentía más relajada en su presencia. La otra identidad, la suya de siempre, me inquieta. Mi hermana nos acompañó un rato, y coincidió conmigo.
Pobre... Domingo sabía que al día siguiente, la ciudad no se despertaría, permanecerá dormida el Lunes, vistiendo éste un agradable traje que Domingo le prestó, o más bien fue robado. De todas formas, pienso quedarme con Domingo hasta que se vaya a dormir hasta la semana que viene, pero esta noche lo voy a saludar con un beso, porque su identidad no la recobra sino hasta la semana entrante. Y los Domingos con todos sus atributos me inquietan.

4 comentarios:

Benja dijo...

los Domingos son esos dias...

Me gusto mucho el primer "garabato",
si no me equivoco es un ser de tu mitologia, no?

Besotes!!!

Luciano Saracino dijo...

No sé con qué quedarme, si con tus garabatos o con tus textos.
Me quedo, entonces, con las dos cosas.
Me encantan.

matu dijo...

Ojitos. hace mucho que no veia un dibujo tuyo de nuevo... y creo que pocas veces lei algo escrito por vos.
muy buenos trabajos. me gustaria ver mas.

beso.

bensonita dijo...

GRACIAS. Tres personas que conocí de formas tan distintas: una noche en San Telmo, un aula de clases, una fiesta extraña.
Ojitos... Una sola persona me dice así. Caminante incansable! jaja Gracias por pasar a visitar. Según recuerdo, el ùltimo dibujo fue en una pared, no? :P