viernes, 18 de abril de 2008

buenos aires

El humo se dispersa y una luz amarilla chorrea como miel de una luna que se asoma sobre la ciudad nocturna. Un fernet y un brindis a las trivialidades que uno ama de la vida, un viaje en taxi y una oda al cuarto creciente, uno mejor al menguante. Un taxista Ricardo y el ángel, historia y magia. Imposible reproducir diálogos, sólo puedo decir que AMO BUENOS AIRES. Ninguna ciudad del mundo puede albergar tanta magia y seres fantásticos.

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